A primera vista pareciéramos estar viendo el hospital de Clínicas, casi estamos acostumbrados a que el hospital público este colapsado, pero este no es el caso, estamos viendo a uno de los principales centros médicos de la Caja Nacional de Salud, el hospital Obrero de La Paz. Esta imagen se repite todos los días, pacientes instalados en el pasillo sobre una camilla y esperando algún espació en alguna sala. Antes de llegar al lugar indicado, el paciente deberá pasar muchas peripecias.
No sólo son los pacientes los que deben sufrir las deficiencias y carencias del sistema de salud, también los familiares que se quedan junto a los enfermos por uno o algunos días, si con algo de suerte encuentran un espacio, o por lo menos así lo cuenta un ciudadano que contacto Cabildeo, su madre enfermó y tuvo que llevarla al hospital para que le prestaran atención médica, pero por su testimonio, parece que la que necesita atención y urgente es la Caja Nacional de Salud.
"Mi mamá estaba en emergencias, le dijeron que tenía que internarse pero no había camas y tenía que quedarse en emergencias hasta que hubiera espacio, pero como estaba lleno no había un lugar dónde mi madre pudiera acomodarse o por lo menos sentarse. La enfermera nos dijo que teníamos que buscarnos una camilla, entonces cada que subía un paciente a sala, los familiares corríamos a buscar la camilla libre, claro que yo no era el único, habían muchos tras una camilla, tuve la suerte de caerle bien al camillero, cuando se liberó una, él me llamó", cuenta Víctor Espinoza.
Después de tanta espera y tanto correteo el lograr instalarse en una camilla es buena señal, el paciente podría ingresar a alguna de las salas, pero antes deberá pasar primero a emergencia, lugar dónde se escuchan los quejidos y lamentos de pacientes más graves, que aunque sufren por los dolores de alguna enfermedad, igual deben esperar su turno.
Don Víctor sigue relatando su paso por el Obrero, nunca imaginó que la situación sería tan grave, "Si no encontraba camilla, otra sería la historia, mi mamá hubiera dormido en una silla o las gradas hasta encontrar una camilla libre" dice en su relato, pero vio más no sólo lo que tuvo que pasar su madre para internarse por una enfermedad cardiovascular.
"Mientras estuve en ese lugar llegaron muchos pacientes, algunos tuvieron suerte de conseguir camilla y otros tuvieron que dormir en sillas, el pasillo se llenó de pacientes, habían varias camillas. Es triste escuchar a gente llorar de dolor, pareciera que hay indiferencia, porque ni los médicos de turno o enfermeras le prestan atención al paciente. Mi mamá esperó hasta el día siguiente, tuvo suerte logró que le asignaran una cama en una sala del hospital", dice Víctor, tras haber logrado un espacio para su mamá.
Después hay otra larga historia.
Después hay otra larga historia.