Por: José Luis Saavedra |
Desde el inicio de la épica Marcha Indígena, el 24 de agosto, se ha confrontado una compleja serie de dificultades, generalmente provocadas por los agentes del régimen MASista, es decir del propio gobierno, y también de los colonizadores (mal llamados interculturales), que han estado hostigando, agrediendo y violentando a los humildes y heroicos marchistas indígenas.
Pero, no sólo son los MASistas los que están dificultando o entorpeciendo agresivamente la movilización de los pueblos indígenas, sino también los inefables activistas de las ONG y de una variopinta gama de facciones de izquierda racista y tradicional, que -autoritariamente- están pidiendo y en realidad exigiendo que la Marcha Indígena tenga o elabore su “Pliego Petitorio”.
No nos sorprende la actitud de los MASistas, que desde hace 15 años están en una franca contradicción con el ejercicio de los derechos de los pueblos y naciones indígenas; pero, sí de los activistas, que fungen como aliados, amigos e incluso compañeros del movimiento indígena y que -quizás sin proponérselo- están reactivando atavismos profundamente coloniales: racistas, segregacionistas y discriminatorios.
Es una pena que, teniendo los problemas que ya tienen, los marchistas indígenas caigan en la trampa de las ONG paragubernamentales y pierdan su valioso tiempo, esfuerzo y energía tratando de elaborar un "pliego petitorio”. Y el problema no es que sea difícil, el histórico Memorial de Agravios siempre está presente en nuestra memoria, sino que encajonar a los pueblos indígenas en procedimientos y ordenamientos burocráticos es absolutamente estúpido.
A ver, ONGistas e izquierdistas en general, entiendan, pues, la heroica Marcha Indígena no es una movilización cualquiera, tampoco se trata de un vulgar sindicato, tradicionalmente pedigüeño, cooptado y dependiente de los gobiernos de turno y que siempre está pidiendo al papá Estado que le solucione sus problemas (paternalista y prebendalmente), sino se trata del levantamiento de los PUEBLOS INDÍGENAS (con cualidades nacionales, ancestrales y jurisdiccionales) que marchan por el territorio, la identidad y la cultura, y contra los avasallamientos impunemente perpetrados por los colonizadores (mal llamados interculturales) y sus patrones: los agronegociantes y sus aliados: los burócratas del régimen.
Dicho de otra manera, no se trata de pedir algún favor al Estado; de hecho, no se espera nada del Estado, menos del régimen MASista, que es el autor material e intelectual de los avasallamientos y de los extractivismos depredadores de la Madre Tierra, sino de movilizar -desde las profundidades ancestrales de la Loma Santa- el territorio, la identidad y la cultura. Estamos pues no ante un encargo cualquiera, sino ante la perspectiva del autogobierno y la autodeterminación política territorial de los pueblos y naciones amazónicas. Y es este horizonte de lucha que no se puede, no se debe constreñir y/o reducir en un ridículo “pliego petitorio”.
Y para debatir -con fundamento teórico y político- les invito, fraternalmente, a leer la "RESOLUCIÓN SUPREMA ANCESTRAL" del 15 de agosto, así como las recientes Resoluciones del magno Parlamento Indígena, ahí están los motivos fundamentales de la heroica Marcha Indígena.
Para terminar, reitero, si no entendemos esta dimensión -profundamente política y territorial- de las luchas y movilizaciones indígenas, seguiremos reactualizando -con todo y buenas intenciones- el procedimiento racista y colonial de las reducciones toledanas de 1571.
¡Viva la gloriosa Marcha Indígena!
¡Muera el racismo colonial y sindical!
| José Luis Saavedra es miembro de Somos Sur y profesor de teoría y política poscolonial.