Por: Amalia Pando |
En la madrugada del 13 de marzo, fecha de la detención del expresidente Jeanine Añez, el gobierno constitucional de Luis Arce y David Choquehuanca, se convirtió en un gobierno de facto.
DEL DICHO AL HECHO
Esa detención fue la consumación de un autogolpe. A partir de entonces, los electos gobernantes cedieron el poder a Evo Morales y la Constitución Política del Estado, CPE, fue reemplazada por la voluntad del dictador. Arce aún ocupa el sillón presidencial, pero Evo detenta el poder.
Desde entonces la persecución y detenciones sin justificación alguna o inventando pretextos, suman y siguen.
Últimamente, Morales usa aviones de la FAB y a cambio de votos ofrece dádivas de la gestión gubernamental como festejar el bicentenario en Sucre o encargarse de coordinar proyectos en los municipios paceños controlados por el MAS.
LOS LÍMITES CONSTITUCIONALES
Un gobierno constitucional, además de ser electo en las urnas, es el que se rige por la CPE, en un Estado de Derecho, es decir, apegado a las leyes, que le ponen límites a lo que hace y a lo que no hace.
Cuando ese límite desaparece y se hace lo que se les viene en gana estamos frente a un gobierno dictatorial.
Hitler, Fujimori, Maduro, Ortega son ejemplos de presidentes electos que se convirtieron en dictadores.
No está de más recordar que la Constitución prohíbe la detención y el allanamiento de la morada de un expresidente y también de un senador. Y que los jefes militares deben ser juzgados por sus actos en la justicia militar o en un juicio de responsabilidades.
UN AUTOGOLPE DE FRENTE
La discusión sobre si hubo golpe o fraude en noviembre de 2019 nos tiene muy ocupados mientras en nuestras narices se produce un autogolpe que ha sometido a la Asamblea Legislativa y al Poder Judicial y que avanzará hacia el control absoluto del Tribunal Electoral para asegurar, otra vez de modo fraudulento, el triunfo sin fin del MAS y posiblemente veremos al TSE nombrar a los candidatos de la oposición, como ocurre en Venezuela y Nicaragua.
La destitución en Sucre de la única juez que resistió las órdenes del aparato represor del gobierno, ha servido de memorándum disciplinario para todo el poder judicial.
LAS SOÑADAS MILICIAS ARMADAS
Otro hecho que marca el descalabro democrático es la aparición pública, desvergonzada, de una fuerza paramilitar cuya existencia ha sido reconocida por el ministro de Defensa, Edmundo Novillo.
La guardia de seguridad de Evo Morales está formada por civiles, militantes del MAS, amparados por el Ministerio de Defensa, que usan uniformes venezolanos. Todavía no han mostrado cuán entrenados y armados están, pero lo harán.
La policía, única encargada por la CPE de la seguridad interna, está siendo reemplazada por estos grupos que en Venezuela se llaman “colectivos” y que en Nicaragua en 2018 mataron a más de 300 manifestantes.
PERIODISTAS EN LA MIRA
La mentira como política de Estado es el elemento ideológico cohesionador del régimen y sus seguidores. Mienten sobre la sucesión constitucional de 2019 y la huida de Evo Morales, mienten sobre la “recuperación” de la democracia, sobre quiénes son los terroristas en este país, sobre los causantes de las masacres, de la crisis económica y sanitaria, mienten, sobre todo, inclusive sobre las vacunas. Y cuando quedan en evidencia por lo que dijeron o mandaron a escribir, se disculpan diciendo que no son “todólogos”.
Quienes rebaten sus mentiras son los periodistas independientes del gobierno, de ahí que están en el blanco de sus ataques y campañas de desprestigio.
APOYAN GOLPES Y DICTADURAS
Y estos “demócratas y anti golpistas”, junto a Rusia, China y Venezuela, apoyan sin tapujos al cruento golpe militar en Myanmar, que hace unos días mató a 100 manifestantes de la resistencia. Y la misma conducta tienen en la ONU cuando se opusieron a sancionar la represión del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua.
Están alineados con las fuerzas antidemocráticas del planeta y en particular responden a los intereses de sobrevivencia de las cúpulas miserables de Cuba y Venezuela, que capean la crisis económica con el tráfico de drogas, según denunció el secretario general de la OEA, Luis Almagro.
Por eso para ellos tuvo una importancia estratégica recuperar a Bolivia para su bloque. Junto a los gobiernos de la Argentina y México, coordinaron y financiaron una tremenda campaña internacional para denunciar “El golpe y al gobierno de facto de Jeanine Añez” y garantizar el conveniente retorno de Evo Morales.
PISOTEO DEL VOTO
A pesar de las advertencias, hace medio año, la mayoría de los bolivianos votó por el MAS, pero votó por un gobierno sin Evo Morales. Y este voto es el que se está pisoteando.
Si el intento de autogolpe de Evo Morales, que se iba a coronar con el fraude en las elecciones de 2019, provocó la revuelta opositora de los 21 días, hoy está mutación del gobierno de Arce hacia una dictadura de Evo Morales está causando otra revuelta aún mayor.
Comenzó con el silletazo en Shinahota, siguió con la disidencia de la exsenadora Eva Copa y su triunfo en El Alto, y continuará con el muy posible triunfo en segunda vuelta de Damián Condori en Chuquisaca y Santos Quispe en La Paz, quienes forman parte de la respuesta popular, indígena y campesina a Evo Morales. Son ideológicamente similares al MAS, pero no responden a Cuba ni a Venezuela ni al narcotráfico.
El gobierno intentará cooptarlos, asimilarlos nuevamente, usando la asfixia económica, las vacunas, los proyectos de inversión o la amenaza judicial, como mecanismos efectivos de chantaje y amedrentamiento.
Ellos, los rebeldes aymaras que votarán por Quispe, los rebeldes cocaleros de ADEPCOCA, los rebeldes quechuas que votarán por Condori, ellos - sin menospreciar a la clase media citadina- pero sobre todo ellos son quienes pueden impedir que se consolide la neodictadura de Evo Morales.