Enrique Velazco lamentó que durante 14 años del Gobierno del MAS se haya metido la idea, de que para que la economía crezca había que invertir, sobre todo en el modelo etxractivista.
En el país se ha institucionalizado un modelo de antiproducción y antiempleo orientado al extractivismo y con escaso impacto en la generación de empleo, afirmó la Fundación Inaset a través de su director ejecutivo, Enrique Velazco, quien recomendó “aprovechar” la crisis provocada por la pandemia para replantear el modelo económico.
“La institucionalidad en el país ha sido de antiproducción y antiempleo porque lo que se privilegia es el extractivismo o las actividades especulativas financieras, inmobiliarias, pero mientras haya más valor agregado se genera más empleo, lo cual repercute en mayores ingresos por impuestos, pero formalidad tiene muchas restricciones; es decir, la forma cómo enfrentamos la economía es de antiempleo y antieconomía”, afirmó.
En entrevista con Cabildeo Digital, el especialista en Desarrollo Productivo mencionó que se debe distinguir entre ocupación y empleo, pues la ocupación es simplemente el uso del tiempo de una persona en alguna actividad con algún tipo de remuneración.
“Pero estas actividades son de tan baja productividad que difícilmente aportan en la economía, y por tanto difícilmente contribuyen a la realización personal y a las personas que están ocupadas”, afirmó.
En ese marco el señaló que el trabajo se convierte en martirio en lugar de ser de satisfacción, pues uno de los problemas más frecuentes es creer que cualquier actividad que ocupa tiempo es un empleo, y a su criterio, eso no es correcto.
“El gran desafío como país es cambiar la lógica que domina la orientación de las políticas económicas. Nos han metido la idea de que para que la economía crezca hay que invertir. Se pone la inversión como si fuera la explicación y el fundamento para la creación de empleo”, expresó el también coordinador del Programa de Reflexión Social para la Producción y el Empleo Digno.
Como ejemplo de la orientación de la inversión que se tuvo, citó la planta de amoniaco y urea ubicado en Bulo Bulo –construida en el gobierno de Evo Morales- por un costo aproximado de $us 1.000 millones para el Estado boliviano, pero que no tuvo un impacto mayor en la generación de empleos, y por el contrario reportó pérdidas económicas.
“La inversión beneficia a Corea que es el país donde se han diseñado los equipos, se ha construido con tecnología coreana (…). En el mejor de los casos Bolivia puso cemento y ladrillos por 50 millones de bolivianos, ese tipo de inversiones no tiene nada que ver con el desafío de generar empleo en el país”, mencionó.
Velazco observó que para generar empleo en el país se sigue con la lógica de privilegiar las actividades extractivistas orientadas al gas, minerales, litio y otros. “Esa lógica ha creado un conjunto de reglas de juego que son definitivamente antiempleo”, sostuvo.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y sus proyecciones sobre el impacto de la pandemia en el empleo en América Latina y el Caribe, un millón de empleos formales y 4.2 millones de trabajos informales en Bolivia están en riesgo debido a la crisis causada por el COVID-19.
“Romper la forma tradicional de economía”
En análisis del investigador académico, la salida a la situación actual es aprovechar la crisis para romper la forma tradicional de la economía en la que se suponía que dándole dinero a los bancos se solucionaba el tema del empleo.
“Hay que romper esa lógica y hay que empezar a entender que no es por la inversión que se dinamiza la economía, sino por la calidad y cantidad de empleo digno que se pueda generar”, dijo.
Recomendó priorizar en la asignación de recursos, criterios vinculados a la generación de empleo, a la remuneración equitativa al trabajador y a la distribución primaria del ingreso”, manifestó.
“Estos son criterios que no han sido parte del debate porque nos acostumbramos a una mirada tradicional de teoría económica que invierte y automática se traducirá en empleo y distribución de los recursos”, observó.
La pandemia y su impacto
La pandemia del coronavirus, al margen de haber impactado de manera directa en el precio del gas para la exportación, ha golpeado a personas que trabajan por cuenta propia. “Están en el autoempleo, son cuentapropistas, pero al ser personas que no tienen empleo definido pueden ocupar sus días en otras actividades pero sin salir de la pobreza”, expresó.
Quienes sufrirán de manera más impactante, según Velazco, son aquellos que teniendo empleos formales se quedaron sin ingresos como efecto del cierre de empresas, principalmente de los rubros de turismo, gastronomía, construcción, entre otros.
“A largo plazo el desafío que tiene Bolivia es por supuesto tener una lógica de política económica, que no tenga fijación en cuánto crece la economía; es decir, basado en la tasa de crecimiento que no puede ser el criterio de salud de la economía, el criterio debe ser la calidad y cantidad de empleo digno que se genera”, sostuvo.
La diversificación de la economía, según el especialista, es también parte de los cambios estructurales del empleo.
De acuerdo a la información de la Cámara Nacional de Industrias (CNI), a mayo de este año, las importaciones industriales cayeron en 30%, mientras que las exportaciones industriales descendieron en 17% respecto al mismo periodo del año pasado.
Enrique Velazco participó hace unos días en el foro virtual “Bolivia Debate, un futuro sostenible” con la temática sobre políticas para promover cadenas de valor generadoras de trabajo y ambientalmente sostenibles.
JMC