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Por Zulema Alanes / Mercedes Fernandez.-
El 30 de marzo, la Ciudad de la Alegría se tornó sombría, los vecinos de la antigua comunidad Palmar Viruez, en el Plan Tres Mil, decidieron ponerle candado al cementerio para cerrarle el paso a una de las víctimas del Covid19. Todo el día, el hijo de la difunta había peregrinado por diferentes cementerios de la ciudad, y al final de la extenuante jornada tampoco logró enterrar a su madre.
La pandemia del coronavirus está dejando atrás los ritos funerarios. Ya no es posible honrar a los muertos del modo tradicional. Las víctimas de Covid19 están muriendo en aislamiento hospitalario. El protocolo de manejo de cadáveres obliga a entregar los cuerpos en bolsas mortuorias herméticamente cerradas. Están prohibidos los velatorios y solo dos o tres familiares pueden estar presentes durante las exequias fúnebres. Por temor al acoso de vecinos y conocidos, los nombres de los difuntos se mantienen en estricta reserva.
¿No hay lugar para la compasión?
El coronavirus no sólo está cambiando la forma de vivir sino también la forma de morir. Y en muchos casos, en estos tiempos de crisis no hay lugar para la compasión, el miedo se impone y saca a flote las manifestaciones más aviesas. Ocurrió en Santa Cruz, donde, una y otra vez, se impidió enterrar a los muertos por Covid19.
“No es miedo a la muerte, ni siquiera al contagio, es una reacción ante lo desconocido”, explica una vecina que salió de su casa para ayudar a poner candados a la puerta del cementerio de la Ciudad de la Alegría.
El 28 de abril, los vecinos del barrio Los Cusis, aledaño al cementerio modelo construido el 2014 por el Municipio de Santa Cruz, activaron las alarmas cuando vieron llegar una camioneta con dos cadáveres envueltos en bolsas negras, “tirados como ganado, sin sus respectivos ataúdes, que estaban siendo enterrados en fosas normales”.
La propia administradora del cementerio dio la alerta a los vecinos porque, según les informó, llegó una orden de entierro sin certificados de defunción, por tanto, no se especifica sin el fallecimiento ocurrió por Covid. En algunos casos, ni siquiera existe una orden de entierro. El personal de ese camposanto no cuenta con el equipamiento de bioseguridad y los funcionarios de las funerarias no tienen claro el manejo y disposición de los cadáveres.
A todo ello se suma la confusión respecto a cómo se debe enterrar un cadáver con certificado de defunción por Codiv19. Carola, una vecina del Plan Tres Mil, dijo a Cabildeo Digital que “en la tele informaron que el entierro debe ser bajo tierra, la excavación debe tener al menos tres metros de profundidad, pues el cadáver se descompone y emite sustancias y gases contaminantes".
Funcionarios del Municipio y de la Gobernación de Santa Cruz, que pidieron mantener reserva, admitieron que si bien existe un protocolo que rige a nivel nacional, una vez que se entrega el cadáver, los familiares corren por su cuenta, no hay seguimiento del proceso de exhumación.
Los vecinos repitieron sus protestas el 5 de mayo. Colgaron pancartas en el frontis del cementerio advirtiendo: “No queremos el Covid19”, “Prohibido el entierro sin certificado de defunción”, “no aceptamos muertos de Covid19”, “Bienvenidos difuntos sin Covid19”. Y la mayoría de los fallecidos por coronavirus, 59 según reportes al 10 de mayo, siguen llegando al cementerio modelo de la Ciudad de la Alegría, que paradójicamente se ha convertido en un camposanto de tristeza por la muerte y por la falta de empatía con el dolor ajeno.
Antes de ponerse en cuarentena, Oscar Urenda, secretario de Salud de la Gobernación, llamó a la población a mostrar “caridad hacia la gente que ha enfermado o hacia los familiares de los que han fallecido” y garantizó que los entierros se ajustan al protocolo. Explicó que “al fallecido en el hospital del Remanso, se le hizo un tratamiento de lavado y sanitizado con hipoclorito de sodio y se lo colocó en una bolsa doble. Junto a la camilla había otras bolsas con la ropa del cadáver que debe ser descartada, pero algún malintencionado tomó fotos de esas bolsas, las publicó e hizo circular el rumor de que había un cadáver en la basura. Eso es un exabrupto”.
En La Paz, es una opción morir en paz
En La Paz hasta ahora todo transcurrió en paz. El Cementerio General está habilitado para fallecidos por Covid19. Las visitas están prohibidas y todos los entierros se realizan según el protocolo de la emergencia.
El plan de contingencia, incluye cabinas para que el personal administrativo, para aislarlo del contacto con la gente, desinfección obligatoria al ingreso, indumentaria de bioseguridad para el personal a cargo de los funerales (barbijos, mamelucos, guantes y lentes) explicó, Martín Fabbri, director de Empresas del Municipio de La Paz.
Admitió que en la ciudad hay otros cementerios, pero el Municipio está en proceso de tomar el control de La Llamita, en la Periférica, y del camposanto de Bolognia, ambos bajo dominio de las juntas vecinales. En el resto de la ciudad se estima que existen al menos 30 cementerios clandestinos, “difícil de controlar”, porque no están bajo administración municipal. Hasta ahora no se conoce ningún incidente.
Hasta ahora, todos los cadáveres con certificado de defunción por Covid19 han sido cremados, “pero los familiares pueden decidir por la inhumación en una fosa común individual o colectiva, como permite el protocolo”. El 70% de los costos de cremación son cubiertos por el Municipio, el 30% restante, equivalente a Bs. 700, por los familiares.
Sala de incineración
Las funerarias han sido capacitadas en el manejo del protocolo “eso ha facilitado el proceso, las funerarias, que son contactadas por los familiares, tienen el vínculo directo con el Sedes que certifica la defunción por Covid, y se encargan de los trámites mortuorios. Recogen el cadáver, envían una foto del certificado de defunción al cementerio y tardan una hora en llegar, por lo general traen un ataúd sellado y en el interior está el cuerpo previamente desinfectado y embolsado. Cuando llega la carroza fúnebre, el ataúd pasa por el túnel de desinfección, y es transportado en una camilla al crematorio, en 3 o 4 horas, las cenizas son entregadas a los familiares”.
Salón velatorio
En La Paz, un total de 15 fallecidos por Covid19 y uno por deficiencia pulmonar, han sido cremados, “podemos decir que hemos facilitado todo para que tengan un entierro digno”.
Evitar el horror de Guayaquil
Los familiares se han acomodado a las restricciones que impone el protocolo, “han delegado a dos familiares para despedir a sus muertos, en un caso excepcional, autorizaron la cremación con toda la familia en cuarentena”.
Fabbri admitió que el colapso del sistema funerario en Guayaquil, Ecuador, ha alertado a las autoridades del Municipio de La Paz “no queremos vivir el horror de esa tragedia”.
A mediados de marzo, Guayaquil vivió una crisis funeraria de magnitudes, luego de 6.700 muertes en 15 días. Las imágenes de decenas de ataúdes y cuerpos expuestos en las calles ante la imposibilidad de inhumar a los cadáveres, mostraron una de las peores caras de la pandemia de covid-19 en el mundo.
“Es un riesgo que en La Paz no queremos correr” insistió Fabbri y detalló que “en previsión de una situación extrema, en la que las funerarias se podrían ver rebasadas, se está organizando tres brigadas municipales con movilidades y personal para recoger los cuerpos, desinfectarlos, embolsarlos y cremarlos en el cementerio”.
Asimismo, se ha habilitado un cuartel con más de 200 nichos para enterrarlo y si se superara la capacidad de los hornos crematorios y la cantidad de nichos fuera insuficiente, ya se ha identificado el lugar para habilitar una fosa común para enterrar a los muertos Covid19.
“Esperamos que no llegue ese momento, extremaremos esfuerzos para que todos tengan un entierro digno”, dijo Fabbri.
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