Por Amalia Pando.-
Las exportaciones de gas, las de soya y el turismo, los 3 sectores con mayor incidencia en el Producto Interno Bruto, PIB, de Bolivia recibirán un golpe bajo por efecto del coronavirus y los entuertos petroleros entre la Rusia de Putin y Arabia Saudita, que se mantiene en la órbita de los Estados Unidos.
Este “lunes negro”, 9 de marzo, el petróleo se ha desplomado a 30 dólares el barril. El nivel más bajo se registró en la Guerra del Golfo en 1991, cuando bajo a 27 $us por barril. Han caído las principales bolsas de valores. Wall Street tuvo que suspender operaciones por 15 minutos y al cierre los valores estadounidenses habían perdido 7,5 %. Las monedas latinoamericanas se han devaluado. El peso chileno cayó al mínimo histórico y a las monedas colombiana y mexicana no les fue mejor. Los capitales se han refugiado en el dólar y el oro. La cotización del oro subió a niveles excepcionales de 1.700 dólares por onza troy. Su máxima fue de 1.900 dólares en 2011.
El impacto en la economía boliviana podría ser brutal por una reducción a casi la mitad del valor de las exportaciones gas, en menor medida de la soya y el maíz, y la disminución dramática de actividad turística y, por lo tanto, se verán mermados los ingresos de las familias, las empresas y el gobierno.
Si el impacto negativo de esta crisis mundial, se amplia a minerales como el zinc y el estaño, estaremos fritos, mejor dicho “recontra” fritos. En este febrero, el estaño se mantuvo por encima de los 7 dólares la libra fina. Pero el Zinc, nuestro principal mineral de exportación, perdió más de 10 dólares en un mes. Se cotizó a más de 100 dólares, el 2 de febrero, y bajó a 87 dólares el pasado 9 de marzo. El cobre cayó en un 10 %. Si esta tendencia continúa, no habrá gobierno que aguante semejante impacto, salvo que la crisis sea breve y que las autoridades, las actuales y las próximas, tengan algún plan inteligente, creativo y efectivo de contingencia sanitaria y económica. De momento, no vemos ni un solo indicio de ello.
Quienes en esta crisis se harán aún más ricos son los explotadores de oro, sector que está en manos de los cooperativistas que rehúyen cualquier control estatal. Difícilmente un plan de salvataje de la economía boliviana no podrá apoyarse en la informalidad y el contrabando del oro.
El miedo a una pandemia del coronavirus ha paralizado parte de la producción mundial. China, origen del brote y principal afectado por el Covid-19, es también el centro de la economía globalizada. Allí hay 50 millones de personas en cuarentena y una infinidad de fábricas cerradas. El turismo está en cero.
Empresas que se dedicaron a exportar exclusivamente a China están muy afectadas, como la industria cárnica de toda sur América. La beniana que debutó en medio del incendio de la Chiquitania y la cruceña no son la excepción.
Y los sectores que importan desde China partes industriales están en crisis como el electrónico, el automovilístico y el farmacéutico.
En Bolivia, el impacto se siente inclusive en la construcción que se ha quedado sin partes de aluminio y barras de fierro.
Muchas industrias en el apuro están cambiando se rubro para evitar el naufragio o aprovechar la oportunidad que brinda una crisis de esta magnitud. Por ejemplo, la iPhone instalada en China, Foxconn, ahora produce 2 millones de mascarillas quirúrgicas al día y los productores de ajo de España están copando el mercado abandonado por China que abastecía con este producto el 80 % de la demanda mundial.
La disminución de las exportaciones chinas y la caída de la demanda está rompiendo la cadena productiva mundial.
Las expectativas de crecimiento para este año se han venido abajo en todos los países del G-20 y sobretodo en el caso de la China que perderá un 1 % y no podrá llegar al 5 % de crecimiento anual. “La economía global crecerá apenas en un 2,4 % este año, la tasa más baja desde 2009, Inferior a la previsión de una expansión del 2,9 % estimada en noviembre”, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, (OCDE).
A su vez, al FMI le preocupa el impacto en los hogares y en las empresas que está cobrando el coronavirus que hasta ahora ha infectado a 110 mil personas y se ha llevado la vida de otros 3800. También le preocupa cómo la interrupción de suministros desde la China está paralizando fábricas en todo el mundo.
La economista jefa del FMI, Gita Gopinath, indicó que debido a las agudas perturbaciones se requiere “implantar medidas en materia fiscal, monetaria y para los mercados financieros “.
Si esto significa un “paquetazo”, ni hablar, sería echarle gasolina al fuego a una situación social y política que ya es extremadamente inestable en toda la región.
Se están tomando medidas extremas para frenar el avance de esta pandemia. Italia ha declarado una cuarentena a 16 millones de personas en el norte de ese país, cuya capital es la Industrializada Milán y cuya bolsa de valores se ha desplomado en un 11 %.
Pero si estos sacrificios no son efectivos y el comportamiento económico causado por el Coronavirus se prolonga a nivel global por unos meses más, tendremos en nuestro país a un gobierno en apuros porque tendrá menos ingresos; a rubros, como el turístico, la construcción y el cárnico, muy afectados; y, a cientos de trabajadores padeciendo un mayor desempleo.
Todo esto en medio de una despintada campaña electoral en la que con toda seguridad Evo Morales y su candidato querrán aprovechar el rio revuelto.
Es de esperar que alguien le cierre el paso con una propuesta y un electorado inteligentes. De no ser así, se abrirán las puertas del infierno, otra vez la convulsión social y la inestabilidad política, que agrandaran los problemas económicos que se avecinan.